dimarts, 28 de gener del 2014

Cortines


Començava a sortir gent corrent de tot el poblet, poc a poc venia al caos, la gent sortia pel carrer i corria en totes direccions. Estava una mica en xoc pel que acabava de passar i pel que havia vist tot just feia uns segons; tant, que em vaig preguntar si realment allò estava passant de veritat i acabava de morir gent davant nostre. Em contava els dits de la mà i en tenia sis o set... "Ei, que estem somiant, ja veuràs, conta't els dits." I efectivament, en teníem més del compte. Tot i així, feia una mica de por que ens caigués una pedra a sobre i ens matés en el somni (en cas que estéssim equivocades), però la por marxava a poc a poc mentre cridàvem "és un somni, estem somiant!" i corríem carrer amunt, per on no passava ningú (tothom corria avall desesperadament), pel poble, cridant als quatre vents que érem lliures i que tot era un somni. Corríem amb els braços estesos i era com si el món fos nostre.

divendres, 3 de gener del 2014

Asfíxia


Ja no vull saber res més
dels sorolls i dels perfums,
del batec del formigó,
de l'escuma, del neó,
de forquilles esmolades
 que no saben mai on caure.

Ni de dies rics, ni d'hores pobres.

Ni de nits de platerets,
ni de llenties amb xoriç,
ni de res que tingui a veure
amb aquesta mà de ferro
avorrida, però mai cansada
de robar-nos
allò que no sap ni que existeix.

Ja no vull saber-ne res.

dimarts, 10 de setembre del 2013

Isabel

Querida Isabel:

Lloré tu muerte días antes de que fallecieras, y cuando llegó tu hora ya no me quedaba ni una sola lágrima. Dijeron que un enorme reloj de pared ensordecía tus latidos; pero tú todavía sonreías... Me sentí profundamente engañada.

No nos vimos mucho. O mejor dicho, casi nada; lo justo para admirarte y quererte. Como nunca avisabas cuando venías, no podía preparar nada para recibirte; siempre era todo muy a última hora, de repente, por sorpresa.

Y llegabas sonriendo, buena, bonita, con la piel morena de los pueblos de costa, elegante... y carcomida, cada vez más carcomida, devorada por una especie de monstruo que nunca llegaba a saciar su hambre. Una bestia que vivía muy adentro de ti y que mesuraba meticulosamente cada bocanada de aire que respirabas, un ente tóxico y despiadado que poco a poco se apoderaba de ti.

Llegabas, me mirabas con unos ojos que amaban el entorno y yo me sentía querida, arropada, como si nada malo nos pudiera ocurrir. Una de las veces que apareciste me supo mal no haber previsto nada... ni siquiera te había hecho un dibujo. Fui corriendo a buscar mi carpeta de acuarelas y te regalé una de mis mejores pinturas: dos pájaros posados sobre una ramita y rodeados de flores rosas y amarillas. Me dijiste que te gustaba mucho, que lo guardarías, quizás también dijiste que lo colgarías en alguna pared. Te quería.

Otro día volviste y comentaste que teníamos que hacerte aluna visita, que podríamos ir a la playa y que lo pasaríamos muy bien; sin embargo, los quilómetros dejaron la propuesta bastante en el aire... y nunca fuimos. Los primeros días insistí en vano, y ahora lamento no haber seguido insistiendo durante semanas, meses, años.

Cuando crecí comprendí que la suerte nunca te había sonreído, o muy pocas veces... No te puedes imaginar lo diferentes que érais tu suerte y tú, Isabel. Parece mentira que la vida pueda dar unos golpes tan fríos en una tierra donde todo es sol... una tierra que jamás visité.

Y mírame, ¿me ves? Sentada en un tren, consciente del paso del tiempo, avanzando por un terreno estéril a causa del humo... Y por qué no, echándote un poquitín de menos. Sólo espero que no sufras y que los tuyos estén bien; que al pensar en ti, recuerden tu alegría y estos hoyuelos que se formaban en tus mejillas cuando te reías... Que el sol de la costa salga con tu elegancia todos los domingos como mínimo, que ni un solo árbol olvide tu esencia...

Y que todo el mundo sepa
que la dama más bonita de Almería
se llamaba Isabel.